Acuerdos estratégicos por un feminismo libertario

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BOLETIN DE DEBATES

ASL

MARZO 2018

PRECIO: $15 • SOLIDARIO $10

Acción Socialista Libertaria

Acuerdos

estratégicos por un Feminismo

Libertario


ACUERDOS ESTRATEGICOS: POR UN FEMINISMO LIBERTARIO Socialismo sin feminismo es privilegio e injusticia; Socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad. Desde un primer momento en la construcción de ASL, decidimos que el antipatriarcado sería algo prioritario a tener en cuenta en nuestras prácticas, reivindicaciones y estrategias políticas. Luego, supimos que adentrarnos a la discusión de qué necesitamos construir respondería a tomar de las experiencias actuales lo que más nos acerque a un feminismo disidente, clasista y libertario. Pero para llegar a visiones comunes sobre qué significaban esas cuatro palabras, y cómo eso responde a las tareas del momento como militantes sociales, tuvimos que darnos un prolongado proceso hacia la interna. Condensamos algunas de esas discusiones-acuerdos y las hacemos públicas para que sumen al debate sobre el cambio social, sirvan de problematización, de orientación, para compartir síntesis de lecturas que sienten un piso que busque y ayude a promover ese mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones.

Feminismo libertario tira abajo al patriarcado Históricamente, el anarquismo no se reconoció feminista, pero sí como una ideología que luchaba en contra de todo tipo de opresión y por la eliminación de cualquier privilegio. Por este último motivo, es que podemos encontrar grandes referentes y experiencias de auto organización contra la opresión patriarcal desde los inicios del movimiento. (1) Hoy, como libertarixs tenemos la necesidad de aportar desde el feminismo sus mejores herramientas. En primera instancia, entendemos que la división binaria de mujeres y varones, como géneros opuestos y únicos, y el “ser macho” como la masculinidad dominante, se traduce en distintas formas de violencia e injusticias. Se invisibilizan las disidencias sexuales en la cultura patriarcal, y hablamos de disidencias, no de diversidad, por el lugar de resistencia e irreverencia contra el fuerte y represivo mandato de la heteronormatividad. Se invisibilizan a las mujeres como actoras políticas de cambio, recluyéndolas en el hogar o en las tareas operativas. Pero, ¿qué es para nosotrxs el feminismo libertario? El feminismo libertario lucha contra todo tipo de opresión, tiene que ver con politizar el género, la clase, las orientaciones sexuales y no


jerarquizar las luchas. Entender que el Estado es responsable y aliado, que patriarcado rima con Estado, esa idea es clave para mostrar las bases en las que se sustenta el capitalismo patriarcal como sistema de dominación. No se trata de sistemas de dominación separados –el patriarcado y el capitalismo-, sino que juegan y marcan la cancha al mismo tiempo. Desde el anarquismo podemos verlo como estructuras jerárquicas de poder, de gobernantes/gobernadxs, de victimarios/victimas, de opresores/ oprimidxs. Desde la perspectiva de intención revolucionaria nos vemos, a su vez, como producto de una realidad histórica, política, social, espiritual no determinada, por lo tanto, con capacidad de resistir y de ser sujetxs de cambio de esas realidades. La jerarquía genera no solo desigualdad, si no el mandato de obedecer, de “las cosas como están”, del uso del privilegio para provecho personal. Mientras existan estamentos de poder va a seguir existiendo el abuso, la violencia sexual, la violencia de género, los femicidios y travesticidios utilizados como forma de disciplinamiento, como una forma de gobierno, como arma de guerra. Pero bien sabemos, que no hay opresión sin resistencia. El feminismo politiza el cuerpo como territorio, pensando el cuerpo como un escenario de disputa. Abordando cada una de las violencias, normas impuestas que atraviesan nuestros cuerpos, vemos como horizonte una sociedad no solo sin clases sino también sin géneros definidos. De las recientes experiencias de deconstrucción colectivas

sacamos como conclusión que los ejercicios de crítica y autocrítica no tienen que ser inmovilizantes, sino un disparador para trabajarlo, donde la pedagogía feminista como forma de partir con y desde lx otrx juega un rol problematizador, de tensionar, incomodar diferente a la razón masculina de iluminar. El miedo que surge en los varones por accionar de forma patriarcal y frente a los escraches que no se transformen en accionar desde lo políticamente correcto, en reprimir el machismo porque “está mal ser machista o tener prácticas machistas”, sino que debemos apuntar a procesos que deconstruyan sensibilidades, sentires, imaginarios, mitos, órdenes patriarcales. Vemos como un problema la generación de nuevos mandatos (feministas), no cargar con nuevas imposiciones, ser críticxs y cómo eso se relaciona con pensar y ejercer un feminismo antiburocrático que apueste a la diversidad y diferencia de planteos o estrategias de abordaje frente a un mismo conflicto. Desde ese lugar, no nos sentimos identificadxs y apuntamos a en perspectiva no reproducir formas de hacer política ligadas a la competencia, a la grandilocuencia (porongueo), ¿quién tiene la bandera o la columna más grande?, y cómo la disputa se juega en terrenos como lo electoral, por ejemplo. Midiendo quién convoca más, quién consigue más bancas, en definitiva, quién tiene más votos y poder.

Feminismo y sujeto revolucionario. La idea clásica, más difundida entre los pensamientos de


izquierda acerca de clase trabajadora aparece como desprovista de género y de la opresión patriarcal interclase, por las relaciones de poder en la estructura social decanta en una clase trabajadora masculinizada que responde a intereses machistas en alianza con varones de la burguesía. Si entendemos que la clase trabajadora es machista, que tiene lugares sociales de privilegio hacia quienes son reconocidos como varones heterosexuales, para que haya una transformación social este imaginario tiene que ser combatido ideológica y materialmente. Ahora bien, en el día a día surgen más interrogantes que respuestas: ¿cómo juega eso en un lugar de trabajo, de estudio, en el barrio?, ¿cómo trabajamos a la interna de las organizaciones sociales el machismo? ¿La expulsión nos limpia de machismo? Creemos que el feminismo complejiza, problematiza y enriquece la idea de la clase trabajadora como sujeta revolucionario. Gracias a la lucha feminista, podemos decir

que las problemáticas de género pasaron a estar en la agenda política de muchas organizaciones, el feminismo se cuela por las ventanas. Como Acción Socialista Libertaria entendemos que hoy las mujeres en alianza con el colectivo disidente, son el sector dinamizador dentro de la clase trabajadora, ya que pueden potenciar cambios sociales de raíz, ya sea por la masividad de los reclamos, por la capacidad de reacción, por el espíritu transformador, como el lugar estratégico de doblemente oprimidxs. Aunque sabemos que luchar solo por el feminismo no determina la liberación de la clase. El enemigo a combatir no solo está lejos y afuera, el enemigo nos atraviesa y está en nuestros mismos espacios, porque reproducimos prácticas machistas, porque urge que aprendamos a no revictimizar a quienes denuncian, porque se le sigue dando lugar y voz a los violentos/abusadores y se descree o desvaloriza la palabra de las compañeras, porque todavía tenemos miedo de denunciar, porque la falta de profundización


en protocolos que nos permitan abordar las violencias termina en la auto expulsión de las afectadas. Aún nos seguimos preguntando en muchos espacios: ¿cuántas compañeras vale un macho patriarcal? ¿Cuántas compañeras de los barrios, de los profesorados, sindicalizadas, de las organizaciones seguirán exponiéndose para que se invisibilicen sus reclamos?, ¿o cuántas seguirán callando? La formación de herramientas desde la experiencia de haber resistido la opresión y la reeducación son elementos claves para reconfigurar la política (aunque no suficientes), imprescindible porque no actúa en lo inmediato, pero sirve a futuro para deconstruir, para prevenir futuras violencias. Y es tarea prioritaria para todxs lxs militantes sociales porque el patriarcado no solo daña, hace que no podamos avanzar en luchas anticapitalistas. Vemos fundamental que los varones que rompieron con la complicidad machista no ocupen de forma paternalista nuestros lugares, sino que tengan espacios donde puedan hablar colectivamente, reconocer sus privilegios y generar propuestas de lucha antipatriarcal hacia otros varones de la clase. Si no es así, ¿desde dónde se combatirá el homotransodio, la cultura de la violación y violencia hacia mujeres y niñxs, tan presente y arraigada en los trabajadores?

El Capitalismo Patriarcal Las mujeres, trans, lesbianas, bisexuales y travas somos doblemente oprimidxs por el

sistema capitalista y el sistema heteropatriarcal ya que los roles que el patriarcado promueve son el de reproducción, cuidado y crianza de lxs actuales y futuros explotadxs dentro del capitalismo. En este aspecto, la familia tradicional y el matrimonio, que es un contrato social regulado por la ley, es la base en que se asientan y retroalimentan ambos sistemas. El patriarcado como sistema preexistente genera un orden social y político que es tomado por el capitalismo para crear un nuevo orden, cuyo objetivo principal es la acumulación de riquezas en el entramado de nuevas relaciones económicas de producción y reproducción. Es por ello que el patriarcado se amolda al capitalismo. Dentro del capitalismo patriarcal los cuerpos feminizados o contrahegemónicos continúan siendo tratados como objetos y simbólicamente identificados como objetos de propiedad. Una muestra de ello es que hasta el Siglo XX las mujeres no eran consideradas sujetas de derecho ya que podían ser vendidas, no poseían bienes propios y todo esto porque la ley las consideraba incapaces. Es necesario poder mínimamente darnos un marco general de qué facetas de la vida social sostienen la estructura patriarcal-capitalista, para que podamos avanzar en las tareas políticas y reivindicativas prioritarias que hoy podamos llevar adelante. Hacemos un corte histórico tomando en cuenta la Revolución Francesa y la Revolución Industrial hasta nuestros días. En la Revolución Francesa hubo un cambio social con consignas de igualdad, la universalidad de


la razón, el pleno desarrollo del individuo, el poder de la educación y la utilización social de la libertad, entre otras cosas que moldeó las sociedades hasta nuestros tiempos. Es durante esta época donde algunas mujeres con acceso a la educación y a crear un pensamiento crítico, comienzan a manifestar que las mujeres no tienen los mismos derechos y accesos a las novedades sociales. Las mujeres no eran sujetas de derechos en este cambio social, seguían teniendo el mismo poder que un niño o niña. Los escritos de la época determinaban a las mujeres en espacios de lo doméstico y como seres débiles y emocionales. Solo para nombrar a un autor, Jean Jaques Rousseau argumentaba constantemente la separación de lo público y lo privado justificándolo con la diferencia entre los cuerpos de los hombres y las mujeres, concediendo el espacio de la mujer como el privado, el doméstico, el espíritu pragmático, el rol maternal, entre tantas cosas que connotan sumisión en pos de los beneficios de los hombres que ocupaban el espacio público, que era el del pensamiento, el político. Es ahí que se fortalece esa dualidad de lo privadodoméstico y lo político-público. En la Revolución Industrial, los modos de producción se modificaron a como los conocemos ahora y la mano de obra creció incluyendo a las mujeres de manera masiva. Pero al ser sujetas sin derechos, sus condiciones de trabajo fueron mucho más bajas y comenzaron a tener esta doble responsabilidad de salir a trabajar y continuar con el trabajo destinado

socialmente de lo doméstico. En esta situación es que algunas mujeres (en principio, las que tenían acceso a crear un pensamiento crítico por su condición de acceder a beneficios de clase como no trabajar y poder estudiar) comienzan a señalar de manera colectiva la situación de las mujeres y problematizar el sistema patriarcal que dominaba el pensamiento de cómo estructurar la sociedad, dándole todos los beneficios a los hombres. Un ejemplo de esto es el acceso a la justicia y el acceso a la autonomía. Hacemos este corte también porque es ahí donde comienza a fusionarse el capitalismo con el patriarcado y donde se multiplica esta mirada de construcción de la sociedad que, por lo menos en toda América y en Europa, se produce de la misma manera. Aún nos falta reconstruir una historia no europea, contamos con esa dificultad también en la matriz del pensamiento libertario o anarquista, como en otras corrientes ideológicas como el marxismo, el leninismo que tienen influencia en esta región. Pero sabemos que tanto la configuración de los EstadosNación, de la democracia representativa, como del sistema de organización social de dominación capitalista patriarcal, fue posible con la colonización europea de estos territorios, con el genocidio, y las violaciones como armas de guerra a las distintas culturas y pueblos originarios que habitaban estas tierras. En lo cotidiano, el racismo atraviesa el mercado de trabajo, la escolarización, los modelos de belleza, por nombrar


algunos aspectos, y el capitalismo patriarcal se aprovecha de esas diferencias volcando su violencia más cruda hacia abajo de la escala social de poder. Como desafío integrador nos queda pensar la estrategia del anticapitalismo desde la cuestión del salario no pago, del trabajo reproductivo, ¿cómo podrían ser estas medidas concretas o reivindicaciones en relación al valor del trabajo no reconocido salarialmente como las tareas domésticas? Como pueden ser la cuestión del Paro de Mujeres o las exigencias de guarderías infantiles en los barrios y lugares de trabajo como para hacer pagar costos al capitalismo por esta expropiación de horas de trabajo. No podemos destruir el

capitalismo sin destruir al patriarcado, y tiene que ser al mismo tiempo. Y viene siendo complicado porque analíticamente las pensamos por separado, aunque en la realidad cotidiana se interrelacionan y se sostiene toda la estructura de poder al mismo tiempo. Motorizar un proceso revolucionario implica cuestionar todas las relaciones productivas y reproductivas. Por el mismo motivo afirmamos que no hay luchas secundarias, que partimos de la base de que el patriarcado es capitalista y el capitalismo es patriarcal. No hay Libertad sin Revolución, no hay Revolución sin Feminismos. Por la construcción de un feminismo disidente y libertario!

(1) La voz de la mujer (1889) periódico comunista anárquico de Buenos Aires, que denunciaba prontamente el machismo a la interna del movimiento obrero, el abuso sexual infantil de sacerdotes, que reclamaba el protagonismo de las mujeres y denunciaba la doble explotación como la violencia de género. Virginia Bolten, anarco sindicalista integrante de la FORA, fue la primera mujer oradora en un acto del Primero de Mayo. No eran académicas, eran obreras.



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